La «inocentada» de 2012: Bankia.

Unas semanas antes de la salida de Bankia al mercado un amigo me preguntaba qué me parecía, porque tenía unos 3000 euros parados en una cuenta y pensaba que podía ser una buena opción de inversión pensando en el dividendo que estimaban los analistas que podía repartir, en torno al 5%. Inicialmente le intenté convencer de que era muy arriesgada, que podía tener muchos pufos en el balance, etc y que para eso había mejores opciones, pero él me insistía en que no era mucho dinero y que aunque bajara algo a largo plazo podía ser interesante.

Visto lo visto, le dije que si lo que quería era tenerla a largo plazo acudiera a la OPV con la mitad del dinero y que el resto lo metiera cuando hubiera caído un 50%. Ahí creo que empezó a darse cuenta de los riesgos de los que le estaba avisando y ya se empezó a replantear la inversión, inversión que acabó en un depósito con el que le sacó un 4% si mal no recuerdo.

Hoy he salido del trabajo a tomar un café con él (trabajamos ambos muy cerca) y me he acordado de ese otro café en el que le convencí de que era una mala opción. Viendo que estaría ya por el 90% de pérdidas y que se las ha ahorrado me doy por satisfecho.

Es una pena que la mayor parte de las entidades financieras (por no decir todas) hayan dejado de tener como prioridad al cliente para tener como prioridad la cuenta de resultados, muchas veces a costa de sus propios clientes. Una pena, porque la confianza cuesta mucho ganarla y se tarda muy poco en perderla.  Que no se quejen luego de la mala imagen que se tiene de la banca o de la desconfianza que tiene la gente respecto a ellos. Se lo han ganado a pulso.

A los que compraron, espero que les sirva al menos para aprender la lección y que la próxima vez se informen bien de forma independiente antes de tomar una decisión de inversión, porque lo que ha pasado con Bankia era la crónica de una muerte anunciada, al menos desde mi punto de vista. Pacere mentira que para comprar un móvil o cualquier artilugio de 200 euros nos informemos, comparemos en tiendas, preguntemos a conocidos,… y para hacer una inversión 15 veces superior (a veces mucho más) nos fiemos de lo que nos diga la persona que vive de vendernos el producto y que tiene que cumplir con los objetivos de las «colocaciones comerciales» que le marcan desde arriba. Esperemos que algún día haya una mayor cultura financiera que evite que ocurran estas cosas.

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